La hostelería es un sector crítico sometido a niveles de exigencia cada vez más altos. La procedencia de los productos alimenticios, su composición y conservación, y la seguridad alimentaria, entre otros muchos aspectos, son fundamentales para garantizar un servicio adecuado en términos de calidad, eficiencia y competitividad.
Estos elementos hacen que resulte básico conseguir una óptima trazabilidad y mantener la exigencia en cada uno de los eslabones que componen la cadena alimentaria, desde la obtención de los productos hasta su manipulación y distribución. Este proceso resulta especialmente sensible en el sector de los alimentos preparados que necesitan frío para su conservación, en el que además, entran en juego aspectos complementarios como el mantenimiento de la cadena de frío en el proceso de almacenamiento y distribución.
Relación de confianza
En este contexto es donde cobra un papel fundamental la relación entre los distribuidores y los profesionales de la hostelería: se trata de un nexo que va mucho más allá del ámbito comercial y se adentra en el terreno de la confianza a través de fórmulas que abarcan la calidad y la excelencia en el servicio, y que incluyen la aportación de nuevas soluciones y la organización de demostraciones orientadas a reforzar este lazo.
Proveedor integral
El distribuidor debe tener en cuenta diversos aspectos fundamentales a la hora de afianzar esa confianza y de convertirse en partner de referencia de un hostelero. En primer lugar, es conveniente que ejerza como un proveedor integral en el ámbito de la alimentación y que ofrezca un servicio 360 que incluya aspectos complementarios al de la distribución.
Conocimiento del mercado
Para conseguirlo, el distribuidor debe aplicar la innovación en todos sus procesos, estar al corriente de las últimas novedades en el sector y conseguir que su cliente sea capaz de responder a las exigencias de los consumidores. Este proceso exige tener un conocimiento exhaustivo de los últimos productos y soluciones del mercado que permita al distribuidor aportar un asesoramiento culinario completo ante cualquier necesidad, duda o problema. Esta tarea forma parte del acompañamiento y la atención personalizada que tiene que prestar el proveedor a su cliente a la hora de aportar soluciones adaptadas a las necesidades de su negocio.
Precio competitivo
Dentro de este conocimiento del mercado, el distribuidor debe aplicar sus propios procesos de selección para identificar los productos de mayor calidad, ofrecer un precio competitivo y conocer el modo más adecuado de trabajarlos para que sus clientes consigan el mejor resultado. Además, debe diseñar un procedimiento de reparto y entregas adaptado a las necesidades específicas de sus clientes para que estos puedan ahorrar espacio de almacenamiento y disponer al mismo tiempo del stock de alimentos necesario para atender su operativa con eficiencia.
Homogeneidad de producto
La homogeneidad constituye otro de los aspectos fundamentales a la hora de garantizar la calidad del servicio en hoteles, bares y restaurantes. El distribuidor debe asegurarse de que existe una correlación entre los diferentes lotes de productos que ofrece a sus clientes para que estos dispongan de procesos estables, de un mayor control de costes y, en definitiva, para que puedan garantizar la seguridad alimentaria. Además, la disponibilidad de alimentos de 4ª y 5ª gama de marcas de garantía asegura al distribuidor trabajar con soluciones totalmente homogéneas tanto en gramaje como en texturas y cualidades organolépticas.
Trazabilidad
Dentro de este apartado, la trazabilidad juega un papel fundamental a la hora de identificar posibles incidencias en las entregas o para detectar lotes con problemas. El control y rastreo de los productos permite a los fabricantes aportar la información necesaria para solventar problemas con agilidad. En el caso de los alimentos congelados, el eje sobre el que pivota la seguridad e higiene en hostelería es el transporte. Un distribuidor de productos congelados debe contar con una flota de vehículos especialmente preparada para mantener la cadena de frío de los alimentos. Este requisito es imprescindible para asegurar la rentabilidad en la hostelería porque la alteración de la temperatura alteraría las condiciones de consumo de los alimentos y obligaría a desecharlos.